Si bien esta vez algo he perdido
pude pronto llegar al intenso color
de una tarde distante,
a la densa premura de un cielo tormentoso
y a la sana alegría cuando un nombre olvidado
se acercaba a mis labios sin razón aparente.
En ese mismo instante me requería Dios
con un suave llamado. Y todo fue muy simple.
Era estar en un tiempo sin apuro gravoso,
sin edad, sin miseria, sin el hecho acuciante.
La realidad volvía a ser un paraíso.
Julio Bepré-