Poemas

Al morir la tarde

Al morir la tarde se recogen las flores

en los ojos soñadores de la vida.

Al final todo agoniza y muere

para despertar los viejos caminos.

Uno también se adormece

con los abecedarios del corazón.

Sólo hay que mirar el horizonte

y dejarse atrapar por su latido.

 

Al morir la tarde, los recuerdos

se agolpan en las entretelas del alma,

nos hacen meditar sobre la vida,

la vivida y la que nos queda por vivir,

parece colmarse de poesía el aire

acompasado por el silencio de soledad,

invitándonos a beber de un sosegado retiro,

tan apetecible como irrepetible.

Sólo hay que mirar el horizonte

y dejarse atrapar por su latido.

 

La tarde, al morir, deja una estela

de sentimientos que nos hacen meditar.

No hay emoción más grande

que dejarse llevar por las profundidades

del deseo presente en el deseo.

Desear vivir y vivir desviviéndose

por los demás, porque uno vive en los demás.

Sólo hay que mirar el horizonte

y dejarse atrapar por su latido.

 

Bajo este universo de pausas y de pulsos,

también nosotros, al atardecer,

tomamos el tren del cielo,

despojados del cuerpo, camino del amanecer.

Ya no hay que mirar más, sino sentir,

que al romper el alba Dios nos abraza.

 

Víctor Corcoba Herrero- corcoba@telefonica.net

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