Y caminé ese día por la huella,
pisé cada piedra de la tierra.
Observé cada espina, cada arbusto.
Y volví a repetirle a mis sentidos
aquí, el tiempo se ha detenido.
La tarde le cuenta con imágenes
sin prisas, a mi presencia.
Está la tranquera, el camino.
La casa, el patio.
Y en la puerta, la silueta de mi madre.
Aquí crecí, soñé con un mañana.
Con esos sueños de la infancia.
Que todo lo permiten,
que a nada tienen miedo.
Aquí las esperanzas reducían
Tan sólo a mis anhelos.
Yo era dueña de mis mejores tiempos.
Hoy observo lo que ha quedado
Sin convertirse en recuerdo;
la mesa de madera.
Un almanaque colgado.
Aquel sopero viejo.
La cocina de leñas.
Todo parece igual pero cuanto ha cambiado.
Los pasos de mamá, que invitan al cansancio,
ese puñado de cabellos que van aclarando,
sus manos gastadas de trabajo;
y ese dolor que me causa mirar sus años.
Y con todo eso que alegra y me lastima
sigo de regreso a este lugar distinto.
Aquí donde en otros períodos
almacené mil sueños.
Rompí barreras de miedos.
Y cuando llegaba la noche,
yo rodaba en un papel cualquiera,
todo el sentir de mis mejores sueños.
Vicky Martínez-
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