Poemas

Credo malherido

Que nadie me ofrezca un cielo,

yo guardo para mi tierra

el polen de toda muerte

y la muerte que se entierra.

 

Voy herida de cantos claros,

despierta de auroras lentas;

limpia la mirada otoña

que terca me llora muerta.

 

¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!

 

Sueño ser hoy por la tierra,

madurando sin cansancios,

un suave alimento fértil

para sus pájaros mansos.

 

Oigo la voz de su semilla

-tibio credo desoído -,

que hurga en mis dedos quietos

la huella de mis sonidos.

 

Voy a la tierra con un canto

alumbrado de recuerdos,

voy a buscar con mis seis cuerdas

coplitas que ya me debo.

 

Aníbal Albornoz Ávila-

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