Tenía una tarea por cumplir;
ajusté mis ojos hacia delante
y silbé una canción de los 80.
No pude caminar como debía.
Siempre pensé en vomitar
mis ideas en una mesa,
gris, curvada y sin respiros.
Pero no tengo manos para eso.
Me perdí las lecciones necesarias?
Dejé los sueños en la almohada?
El mapa secreto lo tenían los padres.
Yo solo tengo presentes; mañana, no.
Tengo la sangre roja, como todos;
la mirada no distingue las ficciones.
Tengo una herida mínima que vive
lejana a mi cabeza. Pero late.
Luis Camacho-