Por el exiguo marco la turquesa
de un cielo de papel se desmesura,
un hacha desquebraja la hendidura
y la sangre, feroz, se vuelve espesa.
El fuego de ese rayo que no cesa
te ha quebrado la voz en su premura
y el lamento de amor se transfigura
en flecha que los muros atraviesa.
Misterioso poder del alquimista
-al que yo como náufrago me aferrode
convertir la piedra en amatista.
A golpes de martillo funde el hierro
el dolor como en mágica conquista
que ha escapado cantando de su encierro.
M. Carmen Guzmán- de Revista Poética Azahar