La luz de luna llena entra por la ventana,
tenemos en los rostros un tono anaranjado,
las farolas de Aluche llenan tu azul de ámbar.
Nos sonríe la luna y tú despiertas,
me besas con ternura, con caricias fugaces
y te duermes.
Es así, de repente.
Como el amor y el miedo que nos llega.
Es el puro presente.
De lágrimas y abrazos. De pasiones y entregas.
Pero el mar de Sagunto habita en tu mirada,
y entonces me recuerda que te amo
—a veces, se me olvida. Yo soy muy despistada—
Y cuando el sol sonríe, tus ojos se han cerrado.
La luna es tu señora, no conoce el invierno.
La luz de las farolas ocupa mis persianas.
Soledad López González-