Y fui escalando, mi amiga, sobre encanecidos paños,
en los tropos de una vida de rigor y desventura,
surcando este sueño breve de la vida y su aventura
hasta encontrarme tendido contando mis largos años;
gocé pocas alegrías, sufrí enormes desengaños,
más es cierto, indiscutible, no abatieron mi figura,
las luchas, las tempestades, la flama de la amargura
y el rigor con que los duelos abrasaron mis peldaños;
y ya en el viaje postrero, con mis poemas huraños
he querido dispensarles desde mis lindes extraños
este soneto que evade mis antiguas tesituras,
por que tal vez yo fui cuento de tópicos aledaños,
como un faro inexistente de alegóricos redaños.
¡Un amistoso espejismo, forjado en grial de ternuras!
Rodolfo Leiro-
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