Sobre los mares de los sueños y del pensamiento
pasaron los años y más años,
como gaviotas hambrientas y sin rumbo.
Nacieron a la luz nuevas olas
y dejaron de contemplarla otras muchas.
Las tempestades, las bonanzas,
continuaron sucediéndose una tras otra
con su ritual de siglos.
Surcaron las aguas barcos
blancos repletos de alegría,
y junto a ellos navegaban otros
pintados de negro, ahítos de lágrimas.
A cada alba, el mismo sol.
A cada ocaso, las mismas sombras.
Y, como un canto astral, perdido
en la sangre del tiempo…, el hombre.
Eterno náufrago a la deriva,
asido frenéticamente a la esperanza
sobre las aguas oceánicas del destino.
Del libro Sustancia de Vida, 1998
Carlos Benítez Villodres-