Se fue
en una barca de silencio
hacia el páramo
donde se cerraba el sol…
Tulipanes y rosas
de trapo incolor
le adornaban de espinas
el lecho
y una nube aglutinada
le selló para siempre
el pensamiento.
En la sala inmensa
sus ojos miraban lentas
las horas
y entre un hola y un adiós
la espera blanca
bajo el cielo raso indeleble…
Entre esas paredes
se durmió
hacia el paredón oscuro
de la tierra;
tallaron su nombre
sobre la piedra sombría
de una calle olvidada…
Ahora su historia
la cuenta el dolor
en los viejos retratos,
en el viento que pasa;
en la vereda solitaria…
… se oye a lo lejos su andar
en un recuerdo antiguo
mientras el alma
marchita y seca
aún deja caer gota a gota
su tristeza…
María José Romero-